El presidente del distrito bonaerense de la Unión Cívica Radical defendió la idea de que el radicalismo lidere Juntos por el Cambio, tanto en el ámbito nacional como en el provincial.
Un diagnóstico honesto, desapasionado, resulta clave para enmendar errores y corregir el rumbo. Si no se admite la realidad, si se la niega o se la dibuja, se corre el riesgo de planificar a partir de conclusiones equivocadas.
El presidente del distrito Buenos Aires de la Unión Cívica Radical (UCR), Maximiliano Abad, lo sabe. Precisamente debido a ello, hace tiempo que emprendió un proceso de reconstrucción del centenario partido, que había comenzado con un análisis de la situación de debilidad en la cual se encontraba.
Tras el significativo abandono de la Casa Rosada en helicóptero, por parte del ex presidente Fernando de la Rúa, la UCR quedó atomizada y en estado de orfandad, sin un referente alrededor del cual se aglutinen los cuadros. Entonces, muchos dirigentes y militantes se reconvirtieron, y pasaron a integrar el espacio que se conoció como “radicalismo K”, debido a su encolumnamiento tras el kirchnerismo, que por entonces había empezado a construir el ex presidente Néstor Kirchner. Tan importante fue la cantidad de radicales K que les cupo el lugar de vicepresidente, que asumieron en la figura del actual diputado Julio César Cleto Cobos.
Incluso aquellos que no se habían enrolado en el kirchnerismo en 2007 terminaron militando por la candidatura presidencial del ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Kirchner: Roberto Lavagna. En 2011 la UCR logró presentar una fórmula propia, integrada por Ricardo Alfonsín y por Javier González Fraga. Pero cosecharon un número marginal de votos -hoy, Alfonsín integra el Gobierno de Alberto Fernández, como embajador de la Argentina en España-. En 2015, la UCR ofreció batalla en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de Cambiemos, con una dupla conformada por Ernesto Sanz y por Lucas Llach; pero la lista resultó aplastada por la del PRO, que postulaba para presidente y para vicepresidenta a Mauricio Macri y a Gabriela Michetti.
“Previo a 2015, el radicalismo era un partido atomizado, con realidades provinciales y municipales, que había perdido representación en el Congreso; y era más un partido de oposición que un partido que quería volver a ser Gobierno. En 2011, Cristina Fernández sacó el 54% (de los votos). El segundo fue Hermes Binner y el tercero, Alfonsín. Pero entre el Frente de Todos y la segunda fuerza había 40 puntos de diferencia; y entonces surgió la frase ‘vamos por todo’”, sintetizó Abad a LA GACETA.
Fuente: La Gaceta